Ver
Estaba cruzando una calle y de pronto sentí que reñía los ojos cerrados, traté de abrirlos y no podía ver nada. Estoy vivo y eso me reconforta pensé, estar ciego no es tan malo me dije. Era feliz aunque no podía ver. No se si puedo decir que fue una pesadilla porque la falta de luz no fue traumática, solo me hizo ver que la vida se compone de muchas otras cosas aparte de los sentidos.
Curiosamente ese día pude acucharar en la radio una entrevista que el flautista zuliano Hiascar Barradas hizo a una niña de quince años ciega y cantante que explicaba que no considera que el no poder no la hace una persona incapacitada. Creo que el sentido de la vista es uno de los mayores dones que disfrutamos.